A partir de la década de 1980 el documental vuelve a sus orígenes revitalizado con la eliminación de elementos narrativos que lo emparentaban con el drama y que lo habían convertido en una variante de los géneros propios de la ficción. La desaparición de recursos como la narración, la presencia de un personaje y la estructura tradicional de tres actos, proporcionó a los documentalistas un salvoconducto para explorar los límites de la imagen pura. Cineastas como Ron Fricke, Godfrey Reggio y Errol Morris han encabezado un movimiento que pretende pretende conseguir con la imagen pura, la música y los sonidos la respuesta del espectador, que es el quien debe dar sentido a las imágenes
El cine documental digital
La tecnología digital abre los campos al
documentalista, tanto en la búsqueda de información como en el acceso a
nuevas fuentes, bases de datos y al almacenamiento de la información. Otra
ventaja está dada en la vertiginosidad con la que avanza la calidad y
perfección de las cámaras y de sus procedimientos, que facilitan la filmación y
eliminan la posible interferencia con la realidad al reducirse el tamaño de las
cámaras, con posibilidad de ocultarlas en lugares inverosímiles. La filmación
se optimiza en el mismo lugar de los hechos sin necesidad de esperar al
revelado, se puede montar en lugares reducidos y por procedimientos mucho más
baratos y recibe, en fin, todas las facilidades que puede aporta la tecnología
digital.
La nueva tecnología, al hacer más fácil y barata la filmación da la posibilidad de hacer más cine, y por lo tanto cine de autor, «documental de autor», que hasta hoy día consiste en mostrar cualquier actividad humana, por simple que sea, pero siempre bajo el punto de vista personal del cineasta.
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